¿Acaso no ves a aquellos a los que se les habían prohibido los conciliábulos, pero igualmente persisten en hacerlo en secreto? Se confabulan para la maldad, la enemistad y la desobediencia al Mensajero. Cuando se presentan ante ti [¡oh, Mujámmad!] no te saludan como Dios ha ordenado que lo hagan, y se dicen ente ellos [en tono burlón]: "¿Por qué será que Dios no nos castiga por lo que decimos?" Será suficiente el Infierno al que serán arrojados. ¡Qué pésimo destino!