Se podía observar cómo el Sol naciente se alejaba de la caverna por la derecha dejándolos al ocultarse por la izquierda, mientras ellos permanecían en un espacio de la misma. Este es uno de los milagros de Dios. Aquel a quien Dios guíe estará bien encaminado, pero a quien deja en el extravío no podrá encontrar protector que lo guíe.