Nadie cargará con la carga ajena. Y si alguien, abrumado por su carga, pide ayuda a otro, no se le ayudará nada, aunque sea pariente. Tú sólo debes advertir a los que tienen miedo de su Señor en secreto y hacen la azalá. Quien se purifica se purifica en realidad, en provecho propio. ¡Es Alá el fin de todo!