El Profeta es más amado para los creyentes que ellos mismos; las esposas del Profeta [deben ser respetadas como si fueran] sus madres; y según el Libro de Dios [el Corán], los parientes son quienes tienen derecho a la herencia, algunos en mayor proporción que otros, y no los creyentes y los emigrados, pero aun así pueden testar a favor de ellos. Esto ha sido decretado y registrado en el Libro.